martes, 30 de noviembre de 2010

La civilización (I)

Pero yo no puedo desechar la civilización a las doce de la mañana sentada en esta cafetería, no me queda dignidad recién duchada y tan vestida; ni un poco de amor propio tras tragarme el programa de pedantes independientes de la radio y contestar la correspondencia con la rapidez de quien toca una sonata (sólo que ahora las teclas no producen sonido sino letras, a-ca-bá-ra-mos). No puedo hacerlo, no tras haberme puestos estas botas que materializan mi fragilidad y mundo interior, mi mundo marrón a nubarrones grises, dentro de esta cazadora solitaria y el vestido que no cree en nada y habla sin contemplar posibilidad alguna de comunicación. Creemos que ella siente algo así como una perpetua nostalgia de lo que tiene, una pérdida que se llora de forma anticipada pero en el acto, dijo la lana. No se da cuenta de la despersonalización que sufre (¿cómo darse cuenta?), del peligro que corre cuando pretende que el mensajero sea el objeto del mensaje, así, con estas transferencias: desvistiéndose el alma para engalanar la materia en un intento de expresión que quizá no va tan de adentro hacia afuera. ¿No ven que lo que ocurre aquí ocurre a todas horas? Donde hablaba la primera persona y el sujeto ahora hablan no sé qué cosas, algún tipo de cronista prosopopeyado como la lana o el esmalte rosa. Las cosas, qué mejor forma de hablar por lo cosificado. Peligro, algo dijo peligro, el pájaro se ha vuelto jaula.

2 comentarios:

  1. te sigo, un empujón, pasaré por aquí

    ResponderEliminar
  2. Kai con blog!! Y yo me entero ahora! Vaya! Te va a sonar raro, pero creo que a todos nos llega la hora, tarde o temprano, de sufrir una despersonalización, pero algunos se hacen los locos para intentar aparentar ser "normales". Eso creo x) de lo contrario, entonces la anormal sería yo. Me gusta tu blog ^^, te seguiré!:)

    ResponderEliminar